Con el fin de la segunda guerra mundial y la guerra civil española numerosos europeos se vieron en la necesidad de abandonar sus hogares en busca de libertad. Unos querían hallar un nuevo horizonte, otros evadir el hambre y muchos buscaban un lugar donde rehacer sus vidas. Así fueron llegando italianos, portugueses, búlgaros, alemanes, Rusos entre otras colonias de la Europa devastada por la hambruna y la guerra. La mayoría llego en barco por el puerto de La Guaira. Según archivos de la Oficina Arquidiocesana de Caracas entre 1951 y 1958 llegaron al país más de 200.000 gallegos y canarios, quienes se insertaron en oficios como agricultura, carpintería, albañilería y transporte público. Luego de la primera etapa de adaptación, muchos se convirtieron en pequeños empresarios dedicados al comercio, las finanzas y la industria, sobre todo en la metalúrgica y manufactura. En todos los casos, gente trabajadora, jornaleros del campo y del sector de la construcción. Era la mano de obra que precisaba el Gobierno del general Marcos Pérez-Jiménez para la transformación del país que se acometió decididamente en aquellos años.
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